miércoles, 24 de octubre de 2012

Guti H. pudo ser Fàbregas


Ahora que José María Gutiérrez Hernández ha anunciado que cuelga las botas, no puedo evitar tener una sensación de melancolía. De talento desperdiciado. Muchos diréis ¿estás hablando de Guti el que le copiaba el look a Redondo y luego a Beckham, el de la desidia defensiva, el de la agitada vida nocturna, el de las indisciplinas o el del cruce de cables permanente, presto a dejar a su equipo en inferioridad en cualquier momento?. Sí.

Y hablo de un futbolista técnicamente exquisito, con una visión de juego extraordinaria, capaz de dar 18 asistencias de gol en una misma temporada, de un excelso lanzador de faltas y de alguien al que se le encoméndó la misión de sustituir a un lesionado Morientes como delantero centro en la 2000-2001 y convirtió 14 goles. Tenía unas condiciones privilegiadas para el fútbol.

 Nunca disputó un gran evento con una selección española huérfana de la calidad actual y tiene el dudoso honor de ser el jugador del Real Madrid que más veces ha sido suplente en toda la historia. Todos los entrenadores acababan contando con él, en mayor o menor medida, pero nunca fue indiscutible.

Para mucha gente ha sido un petardo. Yo me declaro admirador futbolístico de un Guti que podía haber llegado a ser uno de los mejores jugadores de su época, como lo es ahora Cesc Fàbregas, pero que tardó demasiado en madurar como persona. Y con todo y con eso, fue muy grande.



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